Rituales anexos de extremaunción,
exorcismo y encomendación. Estos rituales son anexos a la
consagración Unción de los Enfermos (6° del RSA) y solo lo realiza el hermano
que ya posea la ordenación sacerdotal. Se subdividen en tres: Extremaunción,
Exorcismo y Encomendación. En todos los casos, el diácono realiza los trabajos
oratorios en secreto y en privado, es una labor íntima que no busca
vanagloriarse ante los demás. A los familiares y dolientes le brindará sabias y
pertinentes palabras que lo guíen a buscar el amor cristiano y leer parte de
este material, según el caso.
Diácono:
Jesús dijo: "Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (San
Marcos 8:34). (El diácono debe tomar un minuto para relajarse y reflexionar
sobre la trascendencia del acto a realizar, luego de esto esparce agua bendita
en el lugar, enciende una vela como testigo y un incienso, se frota ambas manos
con el aceite bendito y reza el padre nuestro). 3†, AMéN.
Diácono: “In
principio erat Verbum, et Verbum era apud Deum, et Deus erat Verbum. Hoc erat in pricipio apud Deum. Omnia per ipsum facta sunt: et sine ipso
factum est nihil, quod factum est: in ipso vita erat, et vita erat lux hominum:
et lux in tenebris lucet, et tenebræ eam non comprehenderunt”. Señor
tú que eres Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente, bendícenos con tu luz y
con tu gloria, danos tu virtud para que hoy podamos ser tus instrumentos de
paz, danos el espíritu para que seamos tu herramienta y tu vehículo, y que ante
todo, se ejerza tu voluntad, tu amor, tu verdad y tu divina providencia. Amén
(Se hace una breve pausa).
Diácono: Señor, reconocemos que eres un
Dios de misericordia, que en ti no hay duda ni hay dolor, que el frío de la
pena se retira ante tu calor y que las oposiciones y las tinieblas desaparecen
ante tu luz. En tu eternidad no hay más principio ni fin, en tu infinitud no
hay más aquí o allá. Solo eres tú, solo nos falta fe para conocerte, solo nos
resta amor para comprenderte. (Se hace una breve pausa). Jesucristo nos
enseñaste este misterio cuando transformaste tu Cuerpo Glorioso; sin embargo,
venos aquí, llenos de dudas, de pena y de dolor, seguimos mintiendo, seguimos
ignorando y seguimos ambicionando las cosas terrenales, nos vemos molestos, nos
vemos nerviosos y nos vemos tristes. Cuánta falta de fe, cúanta falta de amor. ¿Eli, Eli, Lama Sabactani? (Se hace una
breve pausa). Es por ello que estamos aquí, suplicándote una vez más a causa de
nuestra ignorancia. Sabemos que eres el reflejo de Dios hecho hombre, que
escuchas a quienes se arrepienten de corazón, que atiendes a los pobres de
espíritu y que glorificas a los humillados, ante nuestra debilidad y nuestros
miedos te pedimos tu misericordia. Oh
señor, ¡Soy Hijo de Dios! (Se hace una breve pausa para reflexionar al
respecto).
A partir de este punto, el diacono
elegirá el ritual anexo pertinente a cada caso:
Ritual
para la encomendación - Diácono: La muerte es un tema serio, que
debe manejarse con prudencia y solemnidad. Sin embargo, es el traspaso de un
medio a otro, donde finalmente llegaremos todos, es el único destino inmanente,
y donde finalmente nos encontraremos con nuestro Señor, por tal motivo no es
bueno ni malo, simplemente es. (Juan 1:18) “A
Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,
él lo ha dado a conocer.”
Para nuestra cristiandad, la muerte se
subdivide en 4 aspectos: a) guiar la transición del fallecido de un estado al otro,
b) el pago de todos los pecados que haya realizado el difunto, c) confortar el
dolor de los familiares y amigos dolientes y d) si se da el caso, perdonar el
alma del victimario o responsable del fallecimiento.
a)
Guiar la transición de un estado al otro. Diacono:
hermano(a) XXXXX, escucha mis humildes palabras, en este momento de confusión
busca el espíritu de Dios, él fue quien separó la luz de las tinieblas, él es
el misterio de la trinidad, él es Padre, Hijo y Espíritu Santo, rodéate en él,
fúndete en él. (Se hace una breve pausa). Dios es luz eterna, misericordia
profunda, guíate por esta vela y trasciéndela, busca el justo calor y el amor
infinito de nuestro Señor Jesucristo, él como buen pastor también busca a cada
una de sus ovejas, para llevarlos al rebaño celeste y convivir en su seno. (Se
hace una breve pausa). Virgen María, Madre de Dios, cubre con tu manto
protector al hermano(a) XXXXX, llévalo(a) con sus seres queridos, ya difuntos,
y guíalo(a) al esplendor, la victoria y la gloria. (Se hace un minuto en
silencio). Pero, si no encuentras el espíritu de Dios, ni a la santísima
trinidad, ni a nuestro Señor Jesucristo ni tampoco a la dulce Virgen María;
entonces recuerda estas palabras (si el difunto no conoce el RSA se debe
sustituir por los salmos 22 y 23): “Fue
en el GOLGOTA, donde fue llevado IESHUA, era la NOVENA HORA, cuando se leía
INRI, y fue en la SEXTA HORA, donde él pregunto: ¿ELI, ELI, LAMA SABACTANI? y
el cielo respondió: ¡SALVE, RABONI!”. Ahora hermano(a) XXXXX, descansa en
paz. (Se reza el Padrenuestro). AMéN.
b)
Pago de los pecados del difunto. Diácono: hermano(a)
XXXXX, para que tu alma pueda descansar en paz, vamos a ser garantes de todos
tus pecados, por intermedio de Dios omnipresente, que todo lo puede y que todo
lo sabe, perdona: ¡Oh Dios misericordioso!, todos los pecados que haya cumplido
el hermano(a) XXXXX en vida, que se despoje de toda deuda y de toda atadura, y
que por medio de nuestra fe se solventen todas las responsabilidades que hayan
quedado pendientes. Eres libre hermano(a) mío(a), ve tranquilo(a) al señor. 3†,
AMéN.
c)
Confortar el dolor de los familiares y amigos. Diácono:
Virgen María, bríndales conformidad a los familiares y amigos dolientes del
hermano(a) XXXXX, que acepten los designios de Dios y que tengan fe en su
ascensión. Es solo un breve lapso de tiempo el que estaremos separados, pues
tenemos prometido la eternidad, allí estaremos juntos de nuevo, intercede ante
nosotros Virgen María, para que estemos en paz ante el dolor y bríndanos
conformidad. (Se reza un Ave María). AMéN.
d)
Perdonar el alma del victimario o responsable del
fallecimiento (si es el caso). Diácono: Dios todopoderoso, nosotros aquí
queremos servir de intermediarios, para que con tu infinita misericordia
perdones el alma de quien tuvo la responsabilidad del fallecimiento del
hermano(a) XXXXX, pero siempre serás tú, Dios mío, quien tenga la última
palabra, siempre serás tú quien ejerza la más noble justicia y nosotros como
tus humildes servidores, simplemente nos acoplamos a tu santa ley. (Se reza el
Credo y el Padre nuestro). AMéN.
Ritual para la extremaunción:
antes que nada, el Diácono debe asegurar que el paciente o enfermo ya agotó
todas las posibilidades que brinde la medicina y la ciencia humana, pues no
debemos tomar el nombre de Dios en vano.
Diácono: Dios mío, hoy estamos aquí
para servir ante el hermano(a) XXXXXX, sabemos que la enfermedad es el
resultado de nuestra propia incomprensión ante una realidad de orden superior,
no sabemos de los caminos insondables de Dios, ni tampoco comprendemos sobre
las limitaciones de este mundo sensible. Sin embargo, te pedimos tu inmensa
misericordia, tu infinita luz y tu glorioso calor. Pero antes de continuar
debemos pedir por nuestros propios pecados, hermano(a) XXXXX, por favor
acompáñame.
El diácono debe utilizar alguna oración
que él haya interiorizado, así mismo, el hermano afligido también debe utilizar
alguna plegaria que le sea afín. De no existir una oración predilecta, se puede
recomendar la siguiente (Diácono): KYRIE
ISSOU CHRISTE IE THEOU ELEISON IMAS AMARTANON (Señor Jesucristo, hijo de
Dios ten piedad de mí, pecador) y el hermano afligido debe contestar (si es
posible con su propia voz, sino mentalmente y si tampoco puede, entonces algún
familiar o compañero): KYRIE ELEISON
(Señor piedad). Esta oración puede repetirse varias veces, siempre y cuando el hermano
afligido así lo considere, o si no hasta que el acompañante (si es el caso) así
lo considere. Posterior a esto, el Diácono puede realizar ejercicios de
respiración (ciclos de 4x4 ó 4x8 segundos) repetidos 3 veces, el hermano(a)
afligido puede acompañarlo. El Diácono también puede realizar ejercicios de
meditación, contemplando algún símbolo cristiano pertinente o visualizando como
el espíritu santo penetra en el hermano(a) afligido, así mismo, el hermano(a)
afligido puede meditarlo también si se da el caso.
Diácono: Dios mío, nuestro hermano(a)
XXXXX está abierto de corazón ante ti y nosotros también, permítenos ser tu
vehículo para que esta santa cruz (en este momento el Diácono hace una cruz con
el aceite bendito en la frente del hermano(a) afligido, también puede hacer
otra cruz en aquella parte del cuerpo que también lo amerite) bendiga al
hermano(a) XXXXX. Que esta agua bendita (en este momento el Diácono esparce el
agua bendita en forma de cruz alrededor de todo el cuerpo del afligido) consagre
al hermano(a) XXXXX. Que estas humildes manos (en este momento el Diácono
impone sus manos sobre la cabeza del hermano(a) afligido y reza el padre
nuestro interiormente) sirvan al hermano(a) XXXXX en este momento. (El Diácono
puede colocar su mano derecha sobre la zona del cuerpo más afligida del
hermano(a) en cuestión si requiere calor o colocar la mano izquierda sobre la
zona más afligida si requiere frío).
Finalmente, el diácono debe dar
recomendaciones al hermano(a) afligido y a sus familiares con respecto a
dietas, ejercicios y medicinas, según sea el caso. Además, debe invitar a
reconocer que la voluntad de Dios siempre está por encima de nuestros anhelos
humanos.
Ritual para el exorcismo:
Debe quedar claro que existen varias posibilidades de “comportamientos
anómalos” que el diácono debe evaluar muy cuidadosamente antes de practicar el
exorcismo. El primero consiste en un desorden psíquico, el cual puede ser
manejado por la ciencia humana, la psicología y la psiquiatría (y no en este
ritual). El segundo consiste en el desarrollo anómalo de un estado de la
individualidad humana (hiperdesarrollo de alguna cualidad psíquica;
clarividencia, clariaudiencia, telequinesis, telepatía, etc.) o la
incorporación de un corpus psíquico ajeno a dicha individualidad, si este es el
caso se debe proseguir con este ritual. En esencia, el diácono debe tratar de
ayudar al hermano afligido en identificar el desorden psíquico, el estado
mental hiperdesarrollado o el corpus psíquico inoculado, así como el porqué de
las causas y de sus consecuencias.
El diácono debe consagrar todos los
objetos a utilizar, para ello, puede valerse de la cruz y la oración de San
Benito. Previamente, debe bendecir el agua (Juan 1:1), el fuego (Juan 1:2) y
todo el lugar del trabajo (Juan 1:3) incluyendo las personas (Juan 1:4); cabe
destacar, que el diácono puede ejercer este ritual solo, simplemente
concentrándose en el nombre del hermano afligido. Asimismo, el diácono debe
rezar el Padre Nuestro y rezar el Rosario (preferiblemente según el RSA), debe
estar calmado y centrado, puede comer una hostia (trozo de pan) y beber una
copa de vino, visualizar la lámpara del cuerpo (Mateo 6:22), continúa
persignándose con la Santa Cruz y finalmente, debe frotar sus manos con el
aceite bendito tres veces y concluir con un firme aplauso.
Diácono: (Juan 1:5) “La luz en las tinieblas resplandece, mas las
tinieblas no la comprendieron”. En el nombre de Dios Padre todopoderoso,
omnipresente y misericordioso, verdad una y absoluta, amor infinito y
perdonador (+), en el nombre del hijo nuestro Señor Jesucristo, quien
reconocemos como Emmanuel, como el cuerpo Glorioso, como el Cristo, como el
Alfa y el Omega, como el Hijo del Padre, como el Redentor y como el Cordero de
Dios, porque donde dos o más evoquen tu nombre allí estarás tú, en medio de
ellos (+), en el nombre del Espíritu Santo, de la Santa María Virgen, de la
comunión de los Santos, de los Mártires de la iglesia y de lo más puro que se
encuentra dentro del Hermano(a) XXXXX (+), yo ZZZZZ (nombre iniciático según la
Ordenación Sacerdotal, 5° del RSA) me presto como humilde servidor para que se
ejerza la voluntad divina, para que se ejerza el orden decretado del cielo y
para que se ejerza la más noble misericordia infinita. Que toda duda, que toda
mentira y que todo mal se retire del alma del hermano(a) XXXXX (en este momento
se le esparce agua bendita tres veces como en el Bautismo). Que Dios bendiga
este cuerpo, esta mente y esta alma; en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, yo te bautizo hermano XXXXX (3†, Jehová-Yeshúa-María, AMéN) ¡Santo, Santo, Santo! Para que recuerdes
de donde vienes (Se hace una pausa para reflexionar).
Diácono: Hermano(a), no te dejes
confundir por el error, reconócelo y apártalo de tu corazón, tu corazón siempre
ha sido, es y será noble y puro, pues está hecho de espíritu. Si aún dudas de
ello, escúchalo, el corazón está vivo porque es reflejo del Espíritu Santo,
ritmo y vibración que mueve a cada cosa que existe en el universo, nada escapa
de ello, ni tú ni yo, todos estamos fundidos en él (el diácono coloca su mano
derecha sobre el corazón). Es el Alfa y el Omega, acéptalo y tendrás paz, Madre
María Virgen acompáñanos a purificar nuestro corazón (se reza el Ave María y
luego se coloca una cruz con cenizas y aceite bendito en la frente del
hermano). Para que descubras quien eres (Se hace una pausa para reflexionar).
Diácono: Ignorancia, mentira o
ambición, no me importa tu nombre, igualmente serás expulsado del hermano(a)
XXXXX, porque Cristo es más grande, porque la verdad siempre prevalece, porque
nada existe sin el amor. Puedes cerrar los ojos, puedes dejar de sentir, puedes
dejar de oler e incluso de probar, pero no puedes dejar de escuchar, porque
Dios es el verbo, y todas las cosas fueron hechas por él, escúchame atentamente
para que aprendas y aceptes tu verdad “Crux
Sancti Patris Benedicti, Crux Sancta Sit Mihi Lux, Non Draco Sit Mihi Dux, Vade
Retro Satana, Numquam Suade Mihi Vana, Sunt Mala Quae Libas, Ipse Venena Bibas”
(esto se puede repetir varias veces, hasta que el diácono lo considere
necesario, mientras lo hace enseña la cruz el hermano, le esparce agua bendita,
incienso y le acerca una vela encendida sin llegar a quemarlo, solo para que
sienta su calor). Dios uno, verdad absoluta, amor incondicional y todopoderoso,
recibe a nuestro hermano(a) XXXXX una vez más en tu rebaño, él ya ha sido
purificado y para pactar contigo todos beberemos de tu sangre y comeremos de tu
cuerpo según nos los enseñaste en la última cena (el diácono, el hermano y
demás miembros realizaran la Eucaristía, en este caso lo más importante es que
el hermano afligido pruebe el vino, así sea únicamente su lengua). Te
acompañamos hermano XXXXX para que todos juntos nos encaminemos cristianamente
a nuestro Señor Jesucristo y recrees hacia donde vas (Se hace una pausa para
reflexionar).
Finalmente, el Diácono invita a todos a
rezar el Padre Nuestro, a abrazarse y cierra diciendo: “Glória in excélsis Deo et in terra pax homínibus bonæ voluntátis”.
Salmo
22:
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi
clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí
reposo. Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti
esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y
fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados. Mas yo soy gusano,
y no hombre; Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me
ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: Se encomendó a
Jehová; líbrele él; Sálvele, puesto que en él se complacía. Pero tú eres el que
me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los
pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre
de mi madre, tú eres mi Dios. No te alejes de mí, porque la angustia está
cerca; Porque no hay quien ayude. Me han rodeado muchos toros; Fuertes toros de
Basán me han cercado. Abrieron sobre mí su boca Como león rapaz y rugiente. He
sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue
como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi
vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar, Y me has puesto en el polvo de la
muerte. Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos;
Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto,
ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi
ropa echaron suertes. Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a
socorrerme. Libra de la espada mi alma, Del poder del perro mi vida. Sálvame de
la boca del león, Y líbrame de los cuernos de los búfalos. Anunciaré tu nombre
a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré. Los que teméis a
Jehová, alabadle; Glorificadle, descendencia toda de Jacob, Y temedle vosotros,
descendencia toda de Israel. Porque no menospreció ni abominó la aflicción del
afligido, Ni de él escondió su rostro; Sino que cuando clamó a él, le oyó. De
ti será mi alabanza en la gran congregación; Mis votos pagaré delante de los
que le temen. Comerán los humildes, y serán saciados; Alabarán a Jehová los que
le buscan; Vivirá vuestro corazón para siempre. Se acordarán, y se volverán a
Jehová todos los confines de la tierra, Y todas las familias de las naciones
adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino, Y él regirá las naciones.
Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra; Se postrarán delante de él
todos los que descienden al polvo, Aun el que no puede conservar la vida a su
propia alma. La posteridad le servirá; Esto será contado de Jehová hasta la
postrera generación. Vendrán, y anunciarán su justicia; A pueblo no nacido aún,
anunciarán que él hizo esto.
Salmo
23:
El Señor es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me
pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor
de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas
mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con
aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me
seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos
días.
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